viernes, 21 de octubre de 2011

Dignidad en la Solidaridad. Nuestros Gurises.


     Ayer, AM, me detuve en el borde de la vereda del N. Bco. de E.R., sucursal Plaza en "Concepguay";

Un gurisito jugaba con las riendas del caballo que tiraba, envarado, de un sencillo carro allí estacionado.

Me acerqué y le hice algunas bromas acerca de que era muy chiquito para conducir; la hermanita un poco mayor se retrajo hasta la baranda opuesta  para mirar en perspectiva, con sorpresa, ambos.

Él se refugió junto a las piernas de su padre sentado en la tabla, su expresión de tímida muestra de humilde felicidad por la simpatía que les brindaba; y aquel no dejaba de sonreír complacido. 

Todo breve, al paso, pero dejando en todos una sensación confiada  de identidades compartidas,  de pertenencias semejantes.
           
Prosigo mi marcha apartándome  del cordón cuando lo observo; ya me venía mirando, caminando en sentido contrario a mi andar que  continuaba.

Tanto se fijó en mí al cruzarnos al ladito nomás, que por innata educación esbocé al cruce un saludo vacilante, a lo que no respondió con sincera demostración, o que yo no supe interpretar al momento. 

Se trataba del abogado “radicaletti”, su imagen vistiendo un traje gris, camisa y corbata a tono, portando  su fama rebuscada, cuando la real es la de su sin prestigio, ni menos escrúpulos, de esos que constituyen una lacra social, nadando en las aguas de la tolerancia.

 Así, avanzan con sus angurrias  por el andarivel de las componendas de corte mafioso con algún secretario, ora juez a tenor del oportuno tiempismo, - de sospechoso patrimonio inmobiliario -, complicado en sus dictámenes, (*) 

Son los menos que inficionan el sistema de la propia administración de justicia, condicionando la esperanza depositada  por la ciudadanía en quienes deben proteger – no arrebatar -, sus derechos.

Y mientras me alejaba consideré su gesto adusto, como reprobando en mi humanidad, seguramente por la comprobable maledicencia que escupe de su mente maquiavélica. 

Sentí entonces un resquemor, y se insinuó una voluntad de volver sobre mis pasos y espetarle, de frente, con bravura, si se animaba a decir la mierda que pergeñaba. (**)


Serenando mi logos, medité entonces  acerca de esos mismos niños a quienes los traté como iguales, seres a quienes debemos otorgar las oportunidades de elevar su nivel de consciencia, formando hombres íntegros para nuestras  generaciones  futuras.

    
Lo cierto es que, superando lo negativo, finalmente reflexioné sobre algo no habitual, - el carro allí, en pleno centro - , y me llevó a comprobar, una vez más, hasta donde llega la dignidad de todo el espectro social argentino en estos nuevos tiempos.

Seguramente, esa modesta familia entrerriana esperaba a la madre que estaría en el interior del Banco, manipulando su tarjeta de débito para recibir del estado, directamente, la legítima asignación solidaria correspondiente.

Que bello acontecimiento. Superador.

! Que Patria estamos reconstruyendo ¡

 s.e.u o. o m. i.                                       CiC - CrU, OFe. / gpPP

Nota: 


      Respecto a las llamadas (*) y (**), obviamente se refieren a Litigios tramposos y Fallos injustos y consecuentes con las fechorías acerca de las cuales me referiré con propiedad y fundamento, y que son motivo de oportuna consideración gracias a los nuevos paradigmas ético morales de verdad y justicia.

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