jueves, 8 de marzo de 2012

"El rumor nunca es una noticia..."

Nota con redacción y arreglos en base a editorial de un periódico entrerriano.    

Primero dudo, luego repito…

     Un rumor nunca es una noticia. Para los lectores es de advertir, por decirlo así, son palabras dichas en el aire de las cuales hay que dudar, para luego en tal caso repetirlas. Son comentarios que se transmiten de boca en boca, agregando frases inciertas, difíciles de comprobar.

     Este tipo de información es dañina para una persona, familia, institución o sociedad. Se pergeña con la intención que siga creciendo en su contenido y mal formándose como una degradación ruin del intelecto.
Si logra traspasar la barrera de los medios, en el caso que un individuo involucrado en la comunicación, publica o hace mención de dicho rumor, este será imparable y sin fundamentos posibles a descubrir.

   En tal caso, opino, que lo mejor es salirle al cruce con manifestaciones igualmente publicadas, expresando con realismo, y crudeza si es menester, tanto lo soterradamente sugerido, como la valiente y certera expresión de los hechos correctos.

Y si cabe disculparse y hacerlo sin dudar. Y si son falacias, decir en voz alta las verdades. Y siempre denunciar los intereses arcanos de quienes  y  por qué así proceden.

De lo cual se infiere que la réplica debe sustentarse con certeza en un bien mayor, hacia la comunidad de la que se forma parte y más si se es un mandatario.

     Normalmente, en una lectura arcaica de la humanidad, los creadores de rumores eran personas con escasa capacidad cognitiva e intelectual. 
En la antigüedad los rumores se creaban en cavernas donde asistían ladrones y gente de mal vivir. 
A partir de ahí se difundía a la población con la misión de distraerla y debilitar el ánimo. 
De tal forma que se recreaban componentes artificiales para introducir subrepticiamente las condiciones de caos para perpetrar sus tropelías.

     El equivalente de actualidad, en los pueblos y naciones contemporáneos, es de fácil deducción y dar cuenta de ello distinguiendo los intereses espurios, adonde se ubican sus adláteres,  y cuales son las guaridas que obran como sustento corporativo a la afrenta del bien común.

     Los rumores poseen características habituales que no han modificado a lo largo del tiempo y superado su origen propio de la dicotomía poder e  ignorancia del sentido trascendente de la evolución.

Circulan en cadena como si en verdad hubiesen ocurrido.

Aportan un contenido informativo sobre un individuo o acontecimiento.

Expresan, y al mismo tiempo satisfacen, los deseos emocionales y las necesidades masoquistas de los individuos que los propalan.

No se encuentran agregadas evidencias de que constituyan un hecho cierto, ni se identifican debidamente los autores.

Acometen en general, temas acerca de violencia, agresiones, episodios siniestros, enfermedades, accidentes, y principalmente supuestos de alta corrupción.

Esto mismo, además de ser insuficientemente demostrativo de mayores fabilidades humanas, acerca del objeto atacado, obra a su vez como catalizador – decantador de las acciones realmente criminales que suelen cometerse sistemáticamente y de la cual, dichos grupos, acaban haciendo un mero desplante de celos, egoísmo  y perversidad, diluyendo credibilidades para el accionar de sus  propios negocio turbios.

Casi siempre se involucran terceros, inocente o ingenuamente, que participan involuntariamente del rumor y de la prosecución de sus fines, siendo que resultan extraños a los resultados materiales, de lucro económico, de posicionamiento intelectual o artístico , y de poder político, que es lo más frecuente en este tiempo de cambio de valores en la transición a una Nueva Era.

Inducen al conjunto social, a sentirse identificados con las víctimas, para lo cual apelan siniestramente, a mencionar afrentas muy caras para los valores sensibles y afectivos de la gentecomún.

Por caso, estadísticamente se puede comprobar, que en vísperas de elecciones gubernamentales, arrecian los asaltos a personas y familias, y fundamentalmente a violaciones a la integridad moral y física de mujeres y principalmente menores.

Lo trágico, inducido, perpetrado aviesamente, o casual, es que estas acciones confunden o terminan por debilitar las convicciones de la sociedad, de este modo utilizada con ribetes macabros y de esta forma tan cruel.

     No hay que creer el 100% de una noticia, así la misma sea difundida en un medio aparentemente tradicional, e inclusive oficioso, dado que la publicidad de sectores de intereses diversos, obra como ariete económico para alentar a los miembros de informativos a propalar informaciones falaces.

(s.e.u o. o m.i.)   CiC - CrU, OFe. / gpPP.-

2 comentarios:

  1. En disonancia coherente con la nota principal:

    Agence France-Presse, actualizado: 09/03/2012
    Acusan a vicepresidente de Argentina de tráfico de influencias (prensa)

    El vicepresidente argentino, Amado Boudou, intercedió en favor de una empresa que imprime billetes y documentos para impedir su quiebra, en un caso que investiga la Justicia por negociaciones incompatibles con la función pública y lavado de dinero, denunciaron este viernes dos matutinos.

    El vicepresidente argentino, Amado Boudou, intercedió en favor de una empresa que imprime billetes y documentos para impedir su quiebra, en un caso que investiga la Justicia por negociaciones incompatibles con la función pública y lavado de dinero, denunciaron este viernes dos matutinos.

    Los diarios de mayor tirada, Clarín y La Nación, señalaron que Boudou, antiguo mimado de la presidenta Cristina Kirchner y ahora resistido por sectores oficialistas, intervino ante la agencia de impuestos (AFIP) para que otorgara a la firma Ciccone una moratoria de pagos.

    La Casa de la Moneda informó en enero al Banco Central (autoridad monetaria) que tenía la intención de subcontratar a Ciccone para imprimir billetes de 100 pesos (22 dólares), en un negocio que investigaciones de prensa ubican en unos 50 millones de dólares.

    Los medios señalan que amigos y presuntos testaferros de Boudou están involucrados en este negocio, razón por la cual la Coalición Cívica (CC, oposición liberal) anunció que pedirá el juicio político de Boudou, exministro de Economía y consagrado en la fórmula con Kirchner el 23 de octubre pasado.

    "Hay una matriz de enriquecimiento, farandulización de la política y una corrupción que Argentina arrastra de los años 90. Hay que ser impiadosos con cualquier hecho de corrupción o tráfico de influencias", dijo en rueda de prensa Adrián Pérez, líder de la CC.

    "No tengo miedo de ser procesado. Esto es una gran operación mediática. El tiempo va a demostrar que no tengo nada que ver (con Ciccone) y la impresión de billetes", afirmó el vicepresidente, de 48 años, a la televisión.

    Consultada por la AFP el viernes la fiscalía, a cargo de Carlos Rívolo, respondió que no hará ningún tipo de declaraciones.

    La figura de negociaciones incompatibles con la función pública, según carátula de la causa, se aplica a los gobernantes que se interesan en forma directa o por testaferros en un contrato o convenio privado o del Estado, en tanto que la de lavado de dinero se aplica en este caso por el uso no transparente de fondos.

    Boudou dijo que "detrás de toda esta operación mediática está el grupo Boldt. La Casa de la Moneda ha vuelto a imprimir padrones electorales y papeles de seguridad para la Lotería. Eran todos negocios que (el expresidente Eduardo) Duhalde (2002-2003) le fue dando a la empresa Boldt".

    La firma Boldt dijo el viernes en un comunicado que "es ajena a cualquier maniobra política" contra Boudou.

    El líder del Frente Amplio Progresista (FAP, socialdemócrata), Hermes Binner, dijo el viernes que el caso "es gravísimo" e instó al Gobierno "a no cubrir de silencio el tema".

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    1. Periodismo Político: Mascarones

      Un relato de Orlando Barone de DR del 12-05-12

      Los mascarones del periodismo distópico

      No son los legendarios mascarones de proa de antiguas naves aventureras ni son los mascarones de una representación burlesca.

      Tampoco son las mascaradas tribales o folklóricas de las culturas prehistóricas. Se trata de otra cosa.

      Son los últimos mascarones del periodismo distópico. Del periodismo sostenido por la farsa del cautiverio exitoso y próspero.

      Para ejercer y lucir en ese grupo de rango no hay que ser un trabajador del periodismo ni un periodista anónimo ni pobre. Ni tan siquiera un periodista: hay que ser un mascarón distópico.

      La pantalla de canal 13, el domingo a la noche, expuso los últimos mascarones “pendientes” de su mascarada independiente. Ricardo Kirschbaum, Joaquín Morales Solá, Magdalena Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, María Laura Santillán, Marcelo Bonelli, Eduardo Zunino y Pablo Sirvén, entre otros sirvieron de teloneros en el programa del dueño de la tienda de máscaras: Jorge Lanata.

      No sé si me olvido de algún nombre o si algún mascarón se me pasó por alto por no tener registrado su semblante o porque no se merece ni la notoriedad negativa. De todos modos el domingo de máscaras podrían haber estado en escena con lucimiento extremo: Marcos Aguinis y Beatriz Sarlo; Luis Majul y alguno de esos movileros que aspìran a ser mascarones algún día y se afanan en colectar pobres para que bailen el baile de los pobres simulando que los protegen.

      A qué cosas puede llevar el odio político ideológico y la defensa del latifundio contratante. Y a qué fronteras de ridículo pueden llevar el onanismo mediático y la brújula cuya narcisística aguja señala siempre hacia el “si mismo” que la lleva.

      Ninguno de esos teloneros representa a modestas emisoras barriales, a improvisados blogs personales, a militancias villeras ni a publicaciones artesanales de colaboración espontánea.

      Al contrario, se asumen estelares como voceros de los grandes medios dominantes. Son patrones subalternos. Resabios de napas freáticas del periodismo.

      Y así como hay una oligarquía sojera y rural que “telonea” en las bravatas y motines de Biolcati y de Momo Venegas, también hay una oligarquía periodística distópica. Y que únicamente prospera si relata un país corrupto y un pueblo clientelista y sumiso.

      Forman parte del estereotipo de quienes están siempre en contra de lo que está a favor la mayoría. Muchos son progresistas banales que se quedaron atrasados una década, que es casi un siglo. En las imágenes
      salen siempre a la derecha.

      Se sabe: la distopía es lo contrario a la utopía. Es lo perverso opuesto a lo soñado. El término –o neologismo-se usa para aludir a una sociedad ficticia y de inminente futuro, en donde las tendencias sociales se llevan a extremos apocalípticos.

      En ese futuro el “carriosismo” es la “descarriosada” legitimación de la disolución social y de la hecatombre indigna. Y el periodismo distópico- el lanadismo- es su mascarada escénica. La última morisqueta de los disfrazados fuera de época.
      No lo hacen mal. Divierten. Ponen su dosis de solemne liviandad periodística.

      En el país real son una anécdota.

      Se trata de otra cosa. Son los últimos mascarones del periodismo distópico. Del periodismo sostenido por la farsa del cautiverio exitoso y próspero.

      Para ejercer y lucir en ese grupo de rango no hay que ser un trabajador del periodismo ni un periodista anónimo ni pobre. Ni tan siquiera un periodista: hay que ser un mascarón distópico.

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