Que desatención esta temporada para el notable arbusto de Jazmín de grandes flores blancas que algunos la llaman “del cabo”.
Tiene guías de parra entrelazándose entre su follaje, incluso con racimos de uva verde. La misma sombra del parral que no he podado a tiempo le quita esplendor dado que en algunas partes de su amplia fronda luce poco atractivo.
Además, este invierno se inclinó el tronco del árbol cercano, de flores amarillas que en copiosos racimos le dan el nombre “lluvia de estrellas”. Algunas ramas, incluso se han secado y caen hacia el jazmín, presionando sobre ese lado Este su desenvolvimiento natural.
Esta situación no me era ajena, llevamos años compartiendo notables manifestaciones, abundantes de bien y belleza, correspondiendonos, y a mi deseo y actuación, le cabe limpiarlos prolijamente para regalar, húmedos de perfume.
Y si bien era motivo de aflicción, no dispuse mi voluntad y el hacerme tiempo para atenderla como se lo merece.
A la tarde, de este 18 de noviembre, luego del almuerzo con “sir Jochimpsón”, mi hijo varón, menor, de paso, me llama desde el patio para hacerme notar de algunas flores.
Aprecié una que hubo de abrir, al menos, temprano ese día agobiante de calor, o la noche del día anterior, ya que lucía una tonalidad de bordes amarillentos.
No me cayó bien este hecho porque es habitual que los extraiga de mañana antes del sol fuerte, o al atardecer cuando frecuentemente el pimpollo suele abrir sus pétalos.
Más tarde, no pudiendo desatender a mi consciencia, demandándome a la noble fidelidad de tal peculiar prodigalidad del ser vegetal, esa misma noche, tipo 21,30 hs., mientras caían las primeras gotas de lluvia, me decidí a extraerlos.
Con el alicate usual, delicadamente inclinado el corte para evitar se deposite agua que junte hongos o bichos. Que de estos ya tiene bastante para mi dolor.
Sobre todo cochinillas adheridas al dorso de la hoja, y que me demandan tiempo y dedicación para sacarlas, raspando con un cepillito de dientes bajo el chorro de agua, la flor boca abajo para que no menguar su perfume.
Saqué los que aparecían, a medias alumbrado por un farol de patio, de lámpara amarilla de bajo consumo, a mis espaldas.
Mientras los iba cortando, reteniendolos como racimo en mano, pensaba en Cristina, y no sé si primero en Alicia y casi al unísono en Florencia, o a la inversa, y seguí con Nilda, Deborah y Mercedes.
Así las cosas, parecía que, otra vez, el misterio del Jazmín me enviaba una clara señal.
Seis, para seis mujeres de notable participación y esfuerzo, dirigiendo responsablemente los destinos del país.
También me llamo la atención, que en esta oportunidad, me brindaba sus flores en largos y finos tallos.
Asocié mentalmente a Florencia, esa figura estilizada, sus mohines discretos pero de perceptible e intensa demostración de profundos sentimientos cuando abrazaba a su madre.
Se lo merecen decía la integridad de mi alma. Y ello me reconfortaba. Ya estaban expresados los pensamientos, y calmo, sin dudas, vislumbraba que llegaría la iluminación a sus respectivos seres.
Estaba complacido. Seis. Y múltiplos de tres me dije interiormente. Como los se ofrendar. Trinidades.
Ya volvía hacia el interior de RU, retirando previamente del antepecho de la ventana de la cocina al patio los jazmines cortados, y quise dar el último vistazo.
Arriba y al centro del arbusto, me pareció ver algo blanco. Me acerqué para apreciar detenidamente, y descubro el séptimo…¡!. Habrá dos más ¿?..., reaccioné.
Y traje la linterna de foquitos Led, adentrándome para recorrer el amplio diámetro de la planta, y buscar desde la parte más frondosa del jardín… !No¡.
Al momento me sentí confundido, pero inmediatamente reflexioné, si es así, así es, así será, y algo distinto significará.
Sin querer retener la idea, - impropia por discriminante a tan bellos dones -, como un chispazo mental, pasó la imagen de aquella flor primera de bordes algo maduros, ni mustia ni marchita; tal vez solo en mi aflicción por la desatención, me sentí algo melancólico.
Por otra parte, resolvía con gracia la frescura de seis de ellas, estupendas flores del “Jazmín de Amor”, merecido perfume para ofrendar a la destacada actuación nacional de seis bellas mujeres.
Total, me dije, siempre guardo alguno para mi morada, sean los que debo cortar sin tallo porque florecen en racimos con otros pimpollos, y que verdes aún, sin abrir, no quiero herir.
O tal como otros así, como este mismo, lo contengo dignamente y con aprecio , y presto le dí lugar en un recipiente de vidrio con agua potable del río uruguay, sobre la mesa de luz de mi habitación en planta alta....
///// (continúa)...
Me adelanto a mencionar algo que me llamó la atención.
Varias veces, después, las Triadas habituales resultaban transformadas en un total de siete flores.
Se dió en la Of. del vice Gobernador, por ejemplo,donde incluso, comenté las circunstancias anteriores, a una de las secretarias.
Al retirarme con el 7mo. una ocasional joven presente en una de las oficinas, manifiesta su simpatía por el obsequio que en total de seis había dejado a las colaboradoras.
Es entonces cuando su pequeña hija, en un gesto a todas luces decidida, me pide ese mismo jazmín, que le brindo afectuosamente, a lo que agradece con un besito tan tierno y primoroso que me hizo exclamar, "Jazmín de Amor", que bello beso me ha dado esta niña.
Todos felices nos despedíamos. Una sensación de pequeño milagro se reiteraba, en un humilde gesto de bien.
Norma, la que recibió varios de las jazmines para las compañeras ausentes dice, vistes, ya se solucionó el 7mo.
//////
Otra vez fué en la Escuela Normal, se dió una circunstancia similar en cuanto a siete jazmines ofrendados aquella tarde en diferente ocasión.
//////
Mientras tanto, una idea se fué plasmando a tenor de la repitencia de esas circunstancias en que se daban siete jazmines.
Pensé en el árbol de flores en racimo tal como "lluvia de estrellas", lo asocié con el encuentro de aquella flor final la séptima, a la que hice referencia esa noche, cuando la alcancé a divisar en lo alto de arbusto...
¡¿ Inevitable asociación con una comunicación de un ser ahora luminoso que quiere acompañar y acompañarnos !?
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///////(continúa)
Me adelanto a mencionar algo que me llamó la atención.
Varias veces, después, las Triadas habituales resultaban transformadas en un total de siete flores.
Se dió en la Of. del vice Gobernador, por ejemplo,donde incluso, comenté las circunstancias anteriores, a una de las secretarias.
Al retirarme con el 7mo. una ocasional joven presente en una de las oficinas, manifiesta su simpatía por el obsequio que en total de seis había dejado a las colaboradoras.
Es entonces cuando su pequeña hija, en un gesto a todas luces decidida, me pide ese mismo jazmín, que le brindo afectuosamente, a lo que agradece con un besito tan tierno y primoroso que me hizo exclamar, "Jazmín de Amor", que bello beso me ha dado esta niña.
Todos felices nos despedíamos. Una sensación de pequeño milagro se reiteraba, en un humilde gesto de bien.
Norma, la que recibió varios de las jazmines para las compañeras ausentes dice, vistes, ya se solucionó el 7mo.
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Otra vez fué en la Escuela Normal, se dió una circunstancia similar en cuanto a siete jazmines ofrendados aquella tarde en diferente ocasión.
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Mientras tanto, una idea se fué plasmando a tenor de la repitencia de esas circunstancias en que se daban siete jazmines.
Pensé en el árbol de flores en racimo tal como "lluvia de estrellas", lo asocié con el encuentro de aquella flor final la séptima, a la que hice referencia esa noche, cuando la alcancé a divisar en lo alto de arbusto...
¡¿ Inevitable asociación con una comunicación de un ser ahora luminoso que quiere acompañar y acompañarnos !?
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