Tamaña arrogancia de establecer cuando se debe comenzar a conversar, solo puede estar avalada por una mente extremadamente sufrida, marcada por las perversidades cometidas por el proceso cívico militar.
Es así que ante la extrema desventura, Hebe - con mis mayores respetos por su actuación histórica -, se arroga la decisión, tal como la propicia, individual y singularmente.
Hemos sido muchos los que padecimos esa inequidad en todas las condiciones de la actividad humana. Y aún seguimos esperando justas reparaciones.
Esto constituye tarea del Estado, sus Poderes, y legalmente seguir investigando y ahondar en la diversidad de hechos para juzgar y desenmascarar a los partícipes cómplices, todavía encubiertos.
Mientras tanto, la vida que todo lo puede y todo lo supera, se enaltece en los millones de ciudadanos, muchísimos jóvenes, que ya se reconciliaron sana y legítimamente con sus Fuerzas Armadas.
Y esto, que se dió como corolario natural y espontáneo, - y seguramente producto de la sabiduría de la intuición popular -, es, sin duda, uno de los mayores logros de NK y CFK.
Ambos, compartiendo las proposiciones de muchos, y con la capacidad de formar excelentes equipos de gobierno con su liderazgo superador.
Así se posibilitó, con su coraje razonable, maduro, valiente y pleno de correctas convicciones, que el pueblo de la nación rescatara el sentimiento de Patria.
Ahora sigamos construyendo para las generaciones futuras con responsabilidad y honestidad, mientras disfrutamos estos nuevos tiempos con previsible austeridad, y renovada estrategia.
No nos quedemos estructurados en los laureles de bronce, montados en la historia.
Despejemos la mente de odios y rencores para apreciar los horizontes de cambio y así defendernos mejor de los embates mezquinos que no cejaran.
Es un continuo devenir de voluntad y discernimiento durante el largo camino de la peregrina civilización.
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